Midway: batalla entre portaaviones que perdió el acorazado
- Fede Supervielle
- 15 oct 2020
- 25 Min. de lectura
Actualizado: 4 feb 2024
En el Ćŗltimo artĆculo hablĆ”bamos de los Zumwalt, los enormes destructores estadounidenses en los que algunos, junto con la doctrina de la letalidad distribuida, han querido ver la vuelta a la preponderancia de los buques de superficie sobre los portaaviones. Pero Āædesde cuĆ”ndo es el portaaviones el buque principal?
Considerada por casi todos la batalla mĆ”s representativa del poder de los portaaviones, Midway es una de las mĆ”s tratadas de la historia. El hecho de que fuera trascendental en la guerra entre EE.UU. y Japón, por supuesto, tambiĆ©n tiene mucho que ver. AdemĆ”s de todo lo que hay escrito sobre Midway, hay muchĆsimo material en otros formatos, como el soberbio episodio 194 de Histocast. Teniendo todo esto en cuenta, pensaba que no aportarĆa mucho lo que yo pudiera decir aquĆ pero, tras tratar el tema recientemente en el mĆ”ster que estoy estudiando, no me he podido resistir a compartirlo con vosotros. AdemĆ”s, ya tocaba una entrada histórica.
¿A qué jugamos?
Al comienzo de la Segunda Guerra Mundial, la aviación embarcada era un complemento para los barcos de guerra: se solĆa incluir un portaaviones en las escuadras de batalla para dar apoyo a los barcos, sobre todo en bĆŗsqueda y reconocimiento, y muchos cruceros y acorazados tenĆan aviones o hidroaviones propios para estas mismas tareas. Pero ya los primeros aƱos del conflicto dieron algunas pistas: el avión tenĆa mucho que decir en la guerra naval.

A finales de 1940, vetustos torpederos Swordfish hundieron en el puerto de Tarento un acorazado y un crucero pesado, daƱando otros dos acorazados. Meses despuĆ©s, la batalla del cabo MatapĆ”n se decantó del lado britĆ”nico, ademĆ”s de por el radar y el adiestramiento en el combate nocturno, por el uso agresivo (no solo para reconocimiento) de los aparatos del portaaviones Formidable: Fairey Swordfish y Fairey Albacore. Para estos dos, imperdible el libro de El MediterrĆ”neo en la Segunda Guerra Mundial de Esteban PĆ©rez BolĆvar. En mayo de ese mismo aƱo, los daƱos infligidos al Bismarck desde el aire permitieron que unidades de superficie lo remataran y, en diciembre, dos punteros barcos de guerra britĆ”nicos, el Repulse y el Prince of Wales, fueron hundidos por aviones japoneses en Singapur (otro episodio que ha tratado Esteban, en este caso, en formato podcast). Pese a los escĆ©pticos, habĆa quedado demostrado que los aviones podĆan hundir a los todopoderosos buques acorazados.
Con las lecciones del raid de Tarento, la marina imperial japonesa preparó el ataque sobre Pearl Harbor que diezmó a la US Navy. Aviones lanzados desde barcos hundiendo acorazados. Fue, precisamente, cuando los norteamericanos se recuperaron, cuando se enfrentaron de nuevo a los nipones en lo que serĆa el prolegómeno de Midway: en mayo de 1942, en la batalla del mar de Coral, tuvo lugar el primer enfrentamiento naval de la historia en el que los barcos de ambos bandos no se avistaron. Aunque tĆ©cnicamente fue un empate (un portaaviones estadounidense por un portaaviones ligero japonĆ©s), para los aliados fue un subidón de moral, despuĆ©s de meses de derrotas. AdemĆ”s, aprendieron algunas cosas que aplicarĆan, un mes despuĆ©s, en Midway.

Midway, que, literalmente, significa Ā«mitad de caminoĀ», se encuentra entre HawĆ”i y Japón, y los americanos habĆan establecido allĆ una base aĆ©rea casi tan grande como la de Oahu. Yamamoto, almirante de la flota japonesa, querĆa ocuparla para reducir las posibilidades de incursiones de grupos de combate norteamericanos en bases niponas. TambiĆ©n pretendĆa obligarles a una batalla decisiva, en la que la marina imperial tendrĆa la oportunidad de derrotar a la US Navy. Pero, ademĆ”s, el archiconocido raid de Doolittle sobre Tokyo habĆa encendido los Ć”nimos en Japón y habĆa puesto en entredicho la capacidad de la marina imperial de proteger los mares circundantes. El bombardeo americano acabó con las discusiones que vamos a ver mĆ”s abajo, en las que el Estado Mayor de la marina le estaba poniendo pegas al plan de la flota para tomar Midway. Japón tenĆa que hacer algo al respecto y la respuesta elegida fue Midway, con un ataque sobre las Aleutianas como diversión.

La tradición samurĆ”i y el convencimiento de que el espĆritu innato de su pueblo superarĆa a cualquier enemigo, ademĆ”s de que el destino de la nación era ser la primera del mundo, generaron un clima de superioridad en Japón, agravado por las victorias en los meses posteriores al ataque a Pearl Harbor. Aunque es posible que grandes estrategas como Yamamoto no estuvieran tan afectados por estas cuestiones, sĆ que estaban convencidos de que llevarĆan la iniciativa en la operación, algo que, como veremos, estuvo lejos de ser cierto. Los japoneses asumĆan que la flota norteamericana se harĆa a la mar como respuesta a la conquista de Midway, y no al revĆ©s. La posibilidad de que los portaaviones norteamericanos estuvieran esperando a la flota japonesa en la mar se planteó durante los juegos de guerra que se hicieron en el Yamato del 1 al 4 de mayo, pero se descartó por completo.
El tableroā¦
El almirante Yamamoto, con el Lexington hundido y el Yorktown fuera de combate, pensaba que tenĆa mejores cartas que Nimitz, pero los norteamericanos repararon al Yorktown en tiempo rĆ©cord, mientras que los nipones no pudieron contar con los daƱados Shokaku y Zuikaku. Yamamoto, en la Escuadra de batalla o 1ĀŖ Flota, tenĆa al portaaviones Hosho, tres acorazados y un crucero. La Escuadra de portaaviones de ataque del vicealmirante Nagumo tenĆa dos acorazados, cuatro portaaviones y dos cruceros. La fuerza de invasión o 2ĀŖ Flota, al mando del vicealmirante Kondo, contaba con dos acorazados y seis cruceros. A esto habĆa que aƱadir los diez submarinos desplegados en Midway. Para la operación simultĆ”nea en las Aleutianas, los nipones contaban con dos portaaviones, cuatro acorazados y varios cruceros. Parte de estas fuerzas debĆan bombardear las Aleutianas el dĆa 3 de junio y luego unirse al resto, pero veremos que esto nunca ocurrió.

Los portaaviones dedicados a Midway, ademĆ”s, tenĆan un calendario bastante apretado: tenĆan que tomar la isla el primer dĆa, para luego posicionarse para el combate contra la flota norteamericana. De hecho, el apoyo aĆ©reo para el desembarco no lo proporcionarĆan los portaaviones, que pasarĆan a enfrentarse a sus contrapartes estadounidenses, sino los cazas Rufe; hidroaviones que operarĆan desde Kure, una isla a 60 millas que tomarĆan el dĆa antes del desembarco. Realmente, podrĆa considerarse Midway en sĆ como una diversión, pues el grueso de las fuerzas, incluyendo los poderosos acorazados en los que irĆa embarcado Yamamoto, esperarĆan a 500 millas de la isla para enfrentarse a los norteamericanos.
El plan de Yamamoto no era del gusto de todos en Tokio. El ejĆ©rcito, el servicio mĆ”s antiguo, consideraba que la prioridad era Manchuria y la amenaza de la URSS. Incluso, dentro de la propia marina, el Estado Mayor se opuso, a menudo, a las propuestas de la flota, a las órdenes de Yamamoto. Pero el almirante tenĆa una personalidad arrolladora y el suficiente reconocimiento como para que, tras amenazar con dimitir si sus planes no eran aceptados, Nagano, el jefe de Estado Mayor, le diera el visto bueno. Incluso llegó a haber planes de realizar una invasión de CeylĆ”n o de Australia, pero el ejĆ©rcito no estaba dispuesto a ceder las divisiones de infanterĆa necesarias. HawĆ”i fue descartado por las mismas razones.

Yamamoto parecĆa ser un hombre sabio, pues su intención, tras tomar Midway, era usar su influencia y prestigio para negociar con los aliados desde una posición de fuerza. Era consciente del poder latente de EE.UU. y de que Japón no podĆa salir victorioso de una guerra larga. TambiĆ©n se le puede considerar visionario en otro asunto: a pesar de que enarbolaba su insignia en el descomunal Yamato, Yamamoto era sabedor de la importancia que habĆan adquirido los portaaviones. En palabras de un oficial de su Estado Mayor: Ā«el Ć©xito o fracaso de nuestra estrategia en el PacĆfico estĆ” determinado por el hecho de que consigamos o no destruir la flota de EE.UU., especialmente sus portaavionesĀ».
A pesar de todo, el histórico cambio aĆŗn encontró algunas reticencias en el almirante japonĆ©s, que planeó que la destrucción de lo barcos de guerra americanos serĆa no por los portaaviones de Nagumo, sino por los montajes de 18 pulgadas de su acorazado. Parece que, en parte, seguĆa considerando a los portaaviones un complemento de los battleships (buques de batalla, en inglĆ©s).
Los yanquis no pudieron desplegar acorazados, y tan solo tres portaaviones, junto con trece cruceros en misión de escolta antiaĆ©rea. La falta de medios hizo que solicitaran el apoyo de uno de los portaaviones britĆ”nicos del Ćndico, pero estos se negaron, aludiendo que no tenĆan constancia de que fuese a haber operaciones de entidad en el PacĆfico. La ventaja estadounidense radicaba en poder operar aviones basados en tierra. Midway iba a ser la cuarta cubierta. La tercera fue el Yorktown que, milagrosamente, estuvo listo en tan solo unos dĆas, cuando el tiempo estimado de reparación inicial era de nada menos que tres meses. Durante las veinticuatro horas del dĆa, un total de 1.400 hombres trabajaron en las entraƱas del herido portaaviones. El Yorktown se hizo a la mar el 29 de mayo, con un ala aĆ©rea embarcada compuesta por escuadrones de otros tres portaaviones, pero solo un dĆa despuĆ©s que el Hornet y el Enterpise.


AdemĆ”s, los servicios de inteligencia norteamericanos dieron al almirante Nimitz, desde el dĆa 10 de mayo, una idea muy clara de la composición e intenciones de la fuerza nipona. Y, aun asĆ, Nimitz tuvo que enfrentarse a otros altos cargos que pensaban que el ataque serĆa otra vez sobre Pearl o, incluso, sobre California. A partir del 24 de mayo, el jefe de las fuerzas del PacĆfico tuvo la certeza de que los nipones iban a Midway. Nimitz ejerció el mando desde HawĆ”i, con el contralmirante Fletcher, al mando del grupo de combate del Yorktown, como jefe tĆ”ctico de la fuerza, que incluĆa tambiĆ©n al grupo de combate del Enterprise y el Hornet, al mando de Spruance. Spruance no era aviador, pero Halsey, que habĆa mandado la agrupación antes que Ć©l y no pudo asistir por su mal estado de salud (dermatitis general), le recomendó ante Nimitz.

En las pelĆculas (y en los libros) siempre se intenta Ā«personificarĀ» al malo⦠o al bueno. Los mĆ©ritos de la inteligencia norteamericana se han asignado al capitĆ”n de corbeta Joseph Rochefort, jefe de Hypo, la Oficina de Inteligencia de Combate de la Marina en HawĆ”i. Los estadounidenses fueron capaces de descifrar parcialmente el código de la marina imperial, el JN25, y podĆan leer fragmentos de los mensajes. A pesar de que Rochefort siempre defendió que el ataque serĆa en Midway, el no poder leer los mensajes completos dio lugar a esas dudas en otros jefazos. Nimitz confiaba en Ć©l por su acierto al predecir la operación nipona sobre Port Moresby en abril. Tanto fue asĆ, que el almirante llegó a visitar Midway el dos de mayo y se reforzó la base para resistir un asalto anfibio.
La confirmación definitiva llegó de manos de una argucia de Rochefort. Necesitado de confirmar que la seƱal japonesa Ā«AFĀ» correspondĆa a Midway, Rochefort ordenó transmitir un mensaje sin cifrar desde la isla, informando de la falta de agua. Tan solo dos dĆas despuĆ©s, interceptaron un mensaje japonĆ©s informando de que AF tenĆa escasez de agua.
⦠y las piezas

La superioridad tecnológica nipona se ejemplificaba en el caza aeronaval Mitsubishi A6M2 Zero. Ligero y muy maniobrable, tenĆa un buen radio de acción y mucha potencia de fuego. En manos de sus muy adiestrados pilotos, logró la superioridad aĆ©rea en todos los enfrentamientos que tuvo con los aliados, permitiendo a los torpederos y bombarderos japoneses actuar con casi total inmunidad. El Zero, impulsado por un motor de 925 caballos, era capaz de alcanzar los 316 nudos y tenĆa una autonomĆa de hasta 1.940 millas. Su armamento principal eran dos caƱones de 20 mm, junto con otros dos de 7,7 mm.

El bombardero japonĆ©s era el Aichi D3A1, conocido como Val por los americanos. Aunque era un aparato muy grande y, aparentemente, poco maniobrable, habĆa conseguido un 80% de acierto en sus bombardeos en picado contra los britĆ”nicos esa primavera.

El torpedero nipón era el Nakajima B5N2 Kate, el mejor del mundo y protagonista de Pearl Harbor. A pesar de sus muy buenas prestaciones, que permitieron que se usara también como bombardero contra Midway, no dejaba de ser vulnerable al atacar bajo y ser tan grande.

Pero los sistemas de armas no funcionan solos, ni siquiera hoy en dĆa. Los japoneses habĆan empezado el conflicto con unos 5.000 pilotos, pero el continuo empleo de los portaaviones habĆa reducido ese nĆŗmero. AdemĆ”s, la polĆtica de mantener a los mĆ”s experimentados en puestos operativos hacĆa que el nĆŗmero de estos fuese decreciendo por las inevitables bajas. Y los novatos no tenĆan a nadie que les enseƱara adecuadamente, llegando a la flota con mucho por aprender. Ya en el mar de Coral, Nagumo se quejó de los pilotos sustitutos que habĆa recibido.

Por el lado norteamericano, el principal caza era el F4F-4 Wildcat. Inferior al Zero, sus pilotos habĆan aprendido, a base de sangre, algunas tĆ”cticas para enfrentarse a un enemigo mucho mĆ”s maniobrable: la idea era picar sobre los Zero y machacar su ligera cĆ©lula con las seis ametralladoras de 12,7 mm de los Wildcat. Los aviones estadounidenses, mĆ”s robustos y con tanques autosellantes, podĆan aguantar daƱos que habrĆan derribado a un Zero. El Wildcat usaba un motor de 1.200 caballos para propulsarse, una velocidad muy parecida al Zero (318 nudos), lo que da una idea de su superior peso. El alcance era mucho mĆ”s limitado: 900 millas.
Una vez mĆ”s, la historia nos enseƱa que la tĆ©cnica no lo es todo y, en este caso, fue otro capitĆ”n de corbeta, Jimmy Thach, el encargado de la demostración. En verano de 1941, con su escuadrón haciendo la conversión del Buffalo al Wildcat, Thach supo de las extraordinarias capacidades del Zero a travĆ©s de los pilotos voluntarios del Flying Tigers que estaban volando en China. Para contrarrestar la superioridad del caza nipón, el capitĆ”n de corbeta Thach ideó lo que pasó a denominarse el Thach Weave o trenzado de Thach. Con los aviones volando en dos secciones de dos, separados una distancia igual a su radio de giro, cada sección se encargaba de vigilar la cola de la otra. Si el enemigo atacaba, tenĆa que elegir una de las dos secciones.

En ese momento, estas caĆan la una hacia la otra, haciendo que la otra sección pudiera atacar al Zero que se habĆa pegado Ā«a las seisĀ» de sus compaƱeros. Si el piloto japonĆ©s aguantaba, serĆa blanco de un ataque de frente por parte de la sección libre, y de mĆ”s ataques si el primero no era efectivo, pues los Wildcat seguirĆan trenzando hasta quitĆ”rselo de encima. Si el nipón se daba la vuelta, pasarĆa a tener en su cola a la sección que se cruzaba. Esto tambiĆ©n funcionaba solo con una sola sección de dos aviones, si se trenzaban entre sĆ.
En Midway, Thach, liderando dos secciones de Wildcat, se las verĆa con los Zero, derribando tres a cambio de una sola pĆ©rdida.

El bombardero en picado norteamericano era el Douglas SBD Dauntless que, aunque considerado obsoleto, demostró estar perfectamente a la altura. Realizaba picados a 80 grados, perfectamente estable y respondiendo son suavidad a los controles, para lanzar sus 1.000 kg de bombas. Su sobrenombre era helldivers.

El TBD-1 Devastator, un avión diseñado en 1934, fue el torpedero norteamericano en Midway. AdemÔs de ser un avión lento y con poca capacidad de trepada, iba armado con los poco fiables Mk-13, que resultaron ser un estrepitoso fracaso.
En Midway, los Marines tenĆan aviones aĆŗn mĆ”s obsoletos: cazas Brewster F2A-3 Buffalo (conocidos como Ā«ataĆŗdes volantesĀ») y bombarderos en picado Vought SB2U-3 Vindicator (conocidos como Ā«vibradoresĀ», solĆan perder la tela que cubrĆa las alas). Los pocos aparatos nuevos con los que contaban estaban operados por pilotos que apenas tenĆan experiencia en ellos, anulando las potenciales ventajas que pudieran tener. El ejĆ©rcito tambiĆ©n reforzó la isla con diecinueve Flying Fortresses (B-17) de los que se esperaba mucho. Pero, como veremos, no eran el aparato mĆ”s indicado para la misión.
Curiosamente, los aviones mĆ”s importantes en el Ā«cuarto portaavionesĀ» de Nimitz eran los menos Ā«atractivosĀ». Los hidroaviones de reconocimiento PBY-5 y PBY-5A tenĆan la misión de encontrar a las fuerzas japonesas barriendo un arco hasta 700 millas de Midway, desde el NNE al SSW. Hablamos de ellos en la entrada de aeronaves antisubmarinas.

Comienza la partida
El 3 de junio, tuvo lugar el primer contacto entre ambas fuerzas; dos dĆas antes de lo que esperaban los japoneses, que se habĆan marcado como dĆa para la invasión el 7 y pretendĆan empezar las operaciones sobre Midway el 5. Esta vez no iban a contar con la sorpresa de Pearl; mĆ”s bien lo contrario. Los nipones tenĆan ciertos indicios de la presencia norteamericana, pero el silencio radio impuesto por Yamamoto y la suposición de que el Akagi, el buque insignia de Nagumo, tendrĆa las mismas interceptaciones e inteligencia que el resto, hizo que no se le retransmitiera la información.
El 3 era el dĆa que empezaban las acciones sobre las Aleutianas para despistar a los americanos y los japoneses pretendĆan montar un dispositivo de vigilancia para saber quĆ© hacĆa la flota enemiga al salir de HawĆ”i. Pero el grupo de combate de Spruance habĆa pasado hacia Midway antes de que los nipones establecieran su barrera y, posteriormente, el Yorktown pasó sin ser detectado. Unos dĆas antes, en un intento por averiguar dónde estaban los barcos norteamericanos, que llevaban sin ver desde el 18 de mayo, un sobrevuelo con hidroaviones Kawanishi H8K (Emily para los americanos) sobre Pearl se tuvo que cancelar por la presencia de barcos enemigos en los bancos de arena de French Frigate, donde pretendĆan repostar.

Un avión de reconocimiento PBY Catalina basado en Midway localizó a once unidades de superficie niponas 700 millas al 262 (poniente) de las islas, y bombarderos B-17 partieron para atacarlas. Eran los Ćŗnicos aparatos basados en Midway con el alcance suficiente (sustituyendo algunas bombas por depósitos de combustible), pero lanzar bombas desde gran altura contra objetivos móviles era como tirar a cien metros con una escopeta de feria: no causaron ningĆŗn daƱo. El teniente coronel Sweeney, sin embargo, aseguró que sus aviones habĆan hecho blanco sobre seis o siete barcos. Pero no fue hasta esa noche cuando un hidroavión PBY Catalina fue capaz de acertar al transporte nipón Akebono Maru con un torpedo, aunque los daƱos fueron menores.

Fletcher, alertado de la detección de la flota enemiga, valoró correctamente que debĆa de tratarse de un grupo de transportes, ya que la situación no coincidĆa con las intenciones japonesas que conocĆa por inteligencia, y cambió su rumbo para encontrarse, al dĆa siguiente, 200 millas al norte de Midway. Efectivamente, el Catalina habĆa encontrado a la fuerza de invasión del contralmirante Tanaka. Ni el grueso de los acorazados ni la fuerza de portaaviones estaba allĆ; ambas se encontraban mĆ”s al norte. El contralmirante norteamericano habĆa llegado al denominado como Point Luck (punto de la suerte), donde se habĆa acordado su encuentro con la task force de Spruance. Los tres portaaviones estadounidenses ya navegaban juntos.
Por la identificación que el piloto dio de los contactos (un portaaviones pequeƱo, un portahidroaviones, dos acorazados, varios cruceros y varios destructores), es muy probable que, ademĆ”s de los transporte de Tanaka, avistara al menos parte del grueso principal de Kondo (dos acorazados y un portaaviones) y la fuerza de apoyo de Kurita (cruceros y destructores). La fuerza de Tanaka avistó al Catalina, a pesar de sus esfuerzos por pasar desapercibido, y cuando la noticia llegó a Yamamoto, cientos de millas mĆ”s al norte, la inevitable decisión fue que los acontecimientos debĆan adelantarse.

Al amanecer del dĆa 4, el almirante Nagumo lanzó su ataque: 36 bombarderos Kate y 36 bombarderos en picado Val. Nagumo reservó a sus pilotos mĆ”s veteranos para la segunda oleada, con lo que el madrugón (diana a 0245) le tocó a los mĆ”s novatos. Poco despuĆ©s, salĆan los elementos de reconocimiento aĆ©reo, que veremos que fracasaron estrepitosamente.
La base norteamericana contaba con dos radares anticuados, pero que eran capaces de hacer detecciones a 150 millas. Midway habĆa lanzado sus propias aeronaves de reconocimiento a las 0400, y a las 0530 llegó la noticia, desde un Catalina: portaaviones al 320 de la isla, 180 millas. Poco despuĆ©s, otro Catalina informaba de numerosos aviones enemigos dirigiĆ©ndose a Midway desde la misma demora: 320. Finalmente, con la primera oleada de Nagumo ya a 93 millas, los radares de la isla los detectaron.
Desde Midway, se hicieron al aire veinte Buffalo y seis Wildcat en misión de defensa aĆ©rea y, a continuación, los bombarderos en picado Vindicator y los seis torpederos Avenger, para que no fueran cogidos en tierra por el ataque. Cuando los japoneses estaban a 22 millas, ya no quedaba un solo aparato en Midway. Los aviones de Sweeney, las Flying Fortresses, recibieron la orden ya en vuelo de cambiar su objetivo: de Tanaka a Nagumo. Las fuerzas lanzadas contra el enemigo volaban sin protección de cazas, pues estos se habĆan quedado para defender la base.

La batalla aĆ©rea que se desató cerca de los atolones fue extremadamente cruenta para los muy inferiores aparatos americanos: treinta Buffalos y 2 Wildcats fueron derribados a cambio, solo, de tres bombarderos y dos cazas nipones. Seguidamente, los atacantes pudieron lanzarse sobre los depósitos de combustible (ya que no habĆa aviones a los que atacar en la pista o hangares), pero fueron recibidos por un intenso fuego antiaĆ©reo, perdiendo cuatro aparatos en las pasadas. Sobre todo, Tomonaga, el lĆder de la oleada japonesa, fue consciente de que el ataque no habĆa sido un Ć©xito: no habĆan destruido aviones, las pistas seguĆan intactas, asĆ como armas pesadas para defenderse de un desembarco. Al poco de poner el morro hacia sus barcos base, el japonĆ©s transmitió un mensaje informando de que serĆa necesaria una segunda ola.
Diez Dauntless del Yorktown tambiĆ©n habĆan salido en misión de reconocimiento a las 0430. Una hora despuĆ©s, los contralmirantes Fletcher y Spruance recibĆan la noticia del avistamiento de un portaaviones enemigo. Conscientes de que tenĆan que atacar rĆ”pido y coger al enemigo desprevenido, las cubiertas del Hornet, el Enterprise y el Yorktown comenzaron a llenarse de aviones. Nimitz habĆa tomado la decisión de solo avisar a unos pocos oficiales de alto rango en Midway la presencia de los portaaviones propios, para evitar que se filtrara el secreto. Esto hizo que no hubiera coordinación ninguna entre la flota y la base, pero el resultado de la contienda dio la razón al almirante.
Haciendo una estimación del tiempo que tardarĆan los japoneses en recuperar los aviones que habĆan bombardeado Midway, el momento idóneo para atacar a sus portaaviones era las nueve de la maƱana, cuando estarĆan preparĆ”ndolos para una segunda oleada. Esto significaba lanzar los aviones propios mĆ”s allĆ” de su alcance, pero Spruance decidió correr el riesgo, suponiendo que, si ambas flotas seguĆan acercĆ”ndose, sus aviones serĆan capaces de hacer el viaje de vuelta, y no solo el de ida.

Fletcher, por su parte, pensando en que solo habĆan avistado dos de los cuatro portaaviones que esperaban, decidió mantener a sus aparatos a bordo. AdemĆ”s, querĆa recuperar a los Dauntless de reconocimiento, para que sus tomas no entorpecieran los lanzamientos del resto. Finalmente, cuando recuperó los Dauntless, aunque todavĆa no sabĆa nada de los otros portaaviones enemigos, decidió que lanzarĆa a la mitad de sus aparatos para aprovechar la oportunidad, empleando una doctrina similar a la japonesa. AdemĆ”s, ambas task force habĆan conservado a la mayorĆa de sus cazas para defenderse, siguiendo las órdenes de Nimitz de proteger a toda costa a los portaaviones propios.
Mientras tanto, en la flota japonesa, la segunda oleada, la de los veteranos, se habĆa empezado a preparar nada mĆ”s lanzar la primera. Pero Nagumo recibió la noticia de que harĆa falta un segundo ataque sobre Midway y, al no haber detectado sus aviones de reconocimiento ningĆŗn barco americano, decidió cambiar la configuración de esa oleada (que estaba como reserva, por si tenĆan que responder a un ataque de otros barcos) a la de ataque a suelo. Esta fue la decisión que pudo cambiar el desarrollo de la batalla.
La flota nipona solo habĆa dejado nueve Zeros en el aire, como patrulla aĆ©rea de combate (funciones defensivas aire-aire), con otros nueve en alerta en la cubierta del Akagi. El almirante japonĆ©s, debido al silencio radio impuesto, no sabĆa que la flota de invasión de Tanaka habĆa sido descubierta, y todo su planeamiento se basaba en que mantenĆan el fundamental elemento de sorpresa. Y no solo eso, recordemos que su plan incluĆa dos partes secuenciales no coincidentes: atacar Midway y combatir a la flota enemiga.
Para entonces, los aviones basados en los atolones ya habĆan alcanzado la Primera Flota de Portaaviones. La densa cortina de fuego antiaĆ©reo y la patrulla aĆ©rea de combate, a la que se habĆan sumado los Zero en alerta, dio buena cuenta de los atacantes. Cinco de los seis torpederos TBF fueron abatidos, y el sexto consiguió volver con el artillero muerto, los controles daƱados y el sistema hidrĆ”ulico hecho pedazos. Dos de los cuatro B-26 corrieron la misma suerte. Este fue el Ćŗltimo empujón que necesitó el almirante japonĆ©s: no podĆa reservar la mitad de su potencia de fuego para una amenaza que, sus servicios de inteligencia aseguraban, no se presentarĆa aĆŗn, mientras que otra amenaza muy real y tangible le atacaba desde las islas. El cambio de configuración de todos los aparatos para mandarlos a atacar Midway les llevarĆa, aproximadamente, una hora.
Unos veinticinco minutos despuĆ©s (0725) de decidir cambiar el armamento de la segunda mitad de sus aparatos, Nagumo recibió la noticia de que un hidroavión de reconocimiento del crucero Tone habĆa localizado barcos norteamericanos al nordeste de su posición (al 010 de Midway, 240 millas; a rumbo 150 y mĆ”s de veinte nudos). La nueva orden fue continuar con el segundo ataque contra Midway, pero dejar a los aparatos que aĆŗn tuviesen torpedos armados asĆ, por si tenĆa que atacar a esa posible flota enemiga.
Para entonces, los Dauntless de Midway, pilotados por completos novatos, habĆan llegado a la flota japonesa. Realizando picados suaves, en lugar del habitual en 80Āŗ, fueron presa fĆ”cil de la patrulla aĆ©rea de combate, y la mitad cayeron antes de sobrevolar el Hiryu. Seguidamente, las fortaleza volantes del teniente coronel Sweeney volvieron a lanzar sus bombas de 500 kg desde 20.000 pies, acertĆ”ndole⦠al agua.

A las 0806, el avión de reconocimiento del crucero Tone informaba de que los barcos detectados eran cinco cruceros y cinco destructores. Nagumo respiró tranquilo; al no ser portaaviones, aĆŗn pasarĆan horas hasta que tuviese que preocuparse por ellos. A pesar de que su jefe de Estado Mayor pensaba que una fuerza asĆ no campeaba por el ocĆ©ano sin un portaaviones cerca, el positivismo reinaba en el mando japonĆ©s. Puede ser entendible, cuando les habĆan atacado 131 aviones y no habĆan recibido un solo impacto.
A las 0830 tocaba jarro de agua frĆa. Mensaje del avión de reconocimiento del Tone: portaaviones acompaƱando a los barcos detectados.
El almirante nipón ordenó detener el proceso de rearme; aquello era una amenaza que tenĆa que enfrentar sin demora. Al caos que debĆa haber en las cubiertas y hangares de los portaaviones japoneses se unió un elemento mĆ”s: la fuerza de ataque a Midway que habĆan mandado esa maƱana estaba de vuelta, corta de combustible (el ataque se habĆa lanzado a 380 km). Y las patrullas aĆ©reas de combate llevaban toda la maƱana en el aire, haciendo prĆ”cticas de tiro con los aviones estadounidenses. HabĆa sido fĆ”cil, pero necesitaban combustible y munición si querĆan ser algo mĆ”s que unas cometas muy caras. Nagumo decidió devolver a los aviones que tenĆa en cubierta a los hangares para poder recibir a los que regresaban y preparar una fuerza en condiciones para atacar a los barcos enemigos.
H-8⦠”agua!
El primer avión japonĆ©s de vuelta de Midway tomó a las 0830, una hora y media despuĆ©s de que los aparatos norteamericanos basados en tierra hubieran empezado a atacar, sin Ć©xito, a los barcos nipones. Los japoneses, que confiaban poder lanzar sus aviones contra el portaaviones detectado a las 1030, no sabĆan que el Enterprise y el Hornet habĆan lanzado sus propias oleadas a 0630. El Yorktown no comenzarĆa hasta las 0840; estaba recuperando los diez Dauntless de reconocimiento y, como ya hemos visto, Fletcher decidió aguantar su oleada por si se avistaban mĆ”s portaaviones enemigos.
En este punto, tenemos los primeros indicios de que el empleo de portaaviones era algo mĆ”s complejo de lo que puede parecer: tenĆan que planearse con cuidado las fases de lanzamiento y recogida, ademĆ”s de la configuración de los aparatos. Por ejemplo, en el caso japonĆ©s, a pesar de que el ataque de los aviones norteamericanos con base en Midway no les causara daƱos, les obligó a mantener una patrulla de Zeros en el aire como defensa, ocupando tiempo y espacio en las cubiertas niponas. EE.UU. lleva desarrollando doctrina de empleo de portaaviones desde estas fechas. China acaba de empezar y, volviendo al presente, esto es algo que habitualmente pasan por alto los mĆ”s alarmistas cuando mencionan la construcción naval china.

El almirante Spruance habĆa previsto, inicialmente, lanzar sus aviones a las 0900, cuando calculaba que estarĆa a unas cien millas de la fuerza enemiga, pero las noticias del ataque sobre Midway le hicieron adelantar la operación dos horas, aun bajo riesgo de que muchos no podrĆan volver por combustible. Pero el norteamericano consideró que merecĆa la pena para intentar coger al enemigo en un momento crĆtico: apontando a los aviones que volvĆan de Midway o preparando el siguiente ataque. La oleada de 98 aviones estaba compuesta, en su mayorĆa, por obsoletos torpederos Devastator, junto con bombarderos en picado Dauntless. Iban protegidos por veinte Wildcats y componĆan la casi totalidad de los aparatos del Hornet y el Enterprise. La detección del avión de reconocimiento del Tone hizo que Spruance no espera a reunir a todos su escuadrones en el aire antes de destacarlos hacia los japoneses: los bombarderos en picado partieron primero, seguidos de torpederos y cazas. La separación adicional de los distintos grupos durante el vuelo les impidió realizar un ataque coordinado, haciendo que los Devastator atacaran sin cobertura de cazas y sufrieran un severo castigo.
Los norteamericanos no habĆan recibido ninguna actualización de la posición de los barcos japoneses, a los que hacĆan a rumbo a Midway. Cuando descendieron de la capa de nubes en la posición en la que los esperaban encontrar, se encontraron con un enorme ocĆ©ano vacĆo. 35 bombarderos del Hornet no avistaron a los barcos enemigos y, algunos, acabaron llegando a Midway. Los cazas Wildcat, sus depósitos vacĆos, se vieron obligados a amerizar.
DetrĆ”s de los bombarderos, el capitĆ”n de corbeta John Waldron, al mando del escuadrón de torpederos VT-8 del Hornet, le dijo a sus pilotos que, si los japoneses habĆan avistado sus barcos, habrĆan cambiado de rumbo; asĆ que, haciendo una estimación de la posición de los nipones, se dirigió hacia otro punto del PacĆfico. Su atrevimiento fue compensado encontrando a los portaaviones japoneses justo donde esperaba. Por desgracia, sus lentos torpederos no pudieron hacer nada contra las defensas antiaĆ©reas: los quince fueron derribados. El segundo escuadrón de torpederos consiguió poner siete peces en el agua, y cuatro aviones sobrevivieron, pero los torpedos no hicieron ningĆŗn impacto.

Lo Ćŗnico que sacaron en positivo de aquellos ataques fue que los Zero consumieran combustible y munición, ademĆ”s de obligar a los portaaviones a realizar maniobras defensivas, retrasando aĆŗn mĆ”s la puesta en el aire de la segunda oleada. Los japoneses, que habĆan avistado a los aviones enemigos solo unos minutos despuĆ©s de dar la orden de preparar a sus aviones para atacar a la flota enemiga, confiaban en que se defenderĆan tan bien como esa maƱana, pero el segundo jarro de agua frĆa del dĆa estaba al caer: en el horizonte habĆa demasiados aparatos para venir de un solo portaaviones. El enemigo parecĆa ser mĆ”s numeroso de lo que esperaban.
La tercera fase de la desorganizada ola estadounidense llegó con aviones de los tres tipos: bombarderos, torpederos y cazas, pero estos últimos eran tan pocos, en comparación con los japoneses, que hubo Zeros de sobra para dedicarse a derribar a los torpederos y bombarderos.
La sensación en los barcos japoneses era de total superioridad. Los americanos les habĆan encontrado y atacado, pero habĆan rechazado la sucesión de pequeƱas oleadas sin sufrir ningĆŗn daƱo y derribando a casi todos los aviones enemigos. AdemĆ”s, todavĆa tenĆan intactos a sus mejores pilotos, ya casi listos para salir a derrotar por fin a sus enemigos.
D-4⦠”tocado!
Mientras tanto, los Dauntless, perdidos, buscaban cualquier contacto de superficie en lo que parecĆa un mar vacĆo, hasta que encontraron un destructor japonĆ©s. Suponiendo dónde estaba la flota por los movimientos del destructor, llegaron sobre el grupo de combate nipón en el momento idóneo: los Wildcat se habĆan enzarzado en un combate cercano con los Zero y estos habĆan descendido para intentar derribar a los torpederos. A las 1020, la misma hora en la que empezaban a despegar los primeros aviones de la segunda oleada japonesa, los bombarderos norteamericanos pudieron lanzarse sobre sus vĆctimas con relativa tranquilidad.
El Akagi recibió dos impactos, uno de ellos provocando una violenta explosión que hizo darlo por perdido: Nagumo, descolgÔndose por un cabo que colgaba del puente, lo abandonó y se trasladó al crucero Nagara. El portaaviones terminó siendo torpedeado por un submarino japonés a la mañana siguiente, para acelerar su hundimiento.
El Kaga fue impactado cuatro veces, desatÔndose un enorme incendio que lo dejó inoperativo, hundiéndose a las 1925 tras una tremenda explosión.
El Soryu, por su parte, fue acertado tres veces por los Dauntless. Consumido por llamas tan intensas que el metal se derretĆa, su dotación lo abandonó a las 1050, quedando a la deriva y siendo impactado por tres torpedos del USS Nautilus, que se habĆa infiltrado en la formación japonesa. Por la tarde, el barco se partió en dos, hundiĆ©ndose a las 1920.

Los incendios y explosiones provocados se alimentaron del caos que reinaba en las cubiertas y hangares nipones, con la munición que se habĆa montado y desmontado de los aviones para atacar a tierra aĆŗn fuera de las santabĆ”rbaras. Para los americanos no fue todo coser y cantar: la vuelta fue agónica, con muchos de los aparatos yĆ©ndose al agua antes de alcanzar sus cubiertas, y multitud de accidentes en los apontajes.
La contestación nipona, lanzada desde el Hiryu, que habĆa salido indemne, alcanzó al Yorktown a mediodĆa. Se trataba de dieciocho bombarderos en picado escoltados por seis Zeros, que lograron hacer impacto con tres bombas y dejaron inutilizado al portaaviones norteamericano. El Yorktown solo habĆa tenido tiempo de lanzar ocho Wildcats como patrulla aĆ©rea de combate, pero se les unieron aparatos de los otros barcos, logrando reunir una fuerza de 28 cazas, que dieron cuenta de diez bombarderos enemigos. Otros tres cayeron blanco del fuego antiaĆ©reo.

Fletcher tuvo que pasarse al crucero Astoria y el Portland trató de dar remolque al Yorktown. Sin embargo, en menos de dos horas, los equipos de reparaciones consiguieron poner el barco en funcionamiento otra vez (Ā”incluso la agujereada cubierta de vuelo!), hasta el punto de que la oleada japonesa de las 1445 pensó que se trataba de otro portaaviones, por encontrarse intacto. Este segundo asalto, para el que los japoneses solo pudieron contar ya con diecisĆ©is aparatos, volvió a dejar al Yorktown fuera de combate, abandonĆ”ndolo parte de la dotación a 1500. Los Wildcat y el fuego antiaĆ©reo solo habĆan permitido que cinco de los aviones enemigos llegaran hasta el portaaviones, logrando dos impactos, junto a un impacto kamikaze, el del lĆder de la formación, Tomonaga, el mismo que habĆa mandado el ataque a Midway. Los japoneses pensaban que habĆan hundido dos portaaviones norteamericanos.

El Yorktown se resistió a hundirse, y aguantó hasta el dĆa 6, cuando el submarino japonĆ©s I-168 lo torpedeó. La escora indicaba que era insalvable y, finalmente, se dio por perdido, hundiĆ©ndose a las 7 de la maƱana del dĆa 7.
F-6 ”tocado y hundido!
A las 1700, una oleada de 24 bombarderos Dauntless del Enterprise, sin escolta, logró cuatro impactos sobre el Hiryu, el Ćŗnico portaaviones nipón que habĆa salido indemne, y que habĆa sido encontrado por diez aviones de reconocimiento de Fletcher. DiecisĆ©is Dauntless del Hornet se unieron al ataque. El almirante Yamaguchi, convencido de que habĆan dejado fuera de combate a dos portaaviones estadounidenses, pensaba que se habĆan igualado las tornas: uno contra uno. La orden era prepararse para un ataque al amanecer, con los cuatro Kates, cinco Vals y seis Zeros que le quedaban operativos.
Cuatro bombas hicieron blanco en el Hiryu, lanzadas desde helldivers (picadores del infierno) que cegaban a los antiaĆ©reos japoneses saliendo de la demora del sol. Una de las bombas dio en la isla, matando al almirante Yamaguchi. A las 0158, una gran explosión sacudió el Hiryu y, poco despuĆ©s, se dio la orden de abandonarlo. El almirante Yamaguchi y el comandante, capitĆ”n de navĆo Kaku, se ataron al timón para hundirse con el barco. A las 0510, fue torpedeado por dos destructores propios, pero aguantó sin hundirse hasta las 0820. La destrucción causada por los Dauntless sobre el Hiryu fue tal, que parte de los atacantes pudieron dedicar su atención a los escoltas, intentando hacer blanco, sin Ć©xito, sobre el Haruna, el Tone y el Chikuma.

Mientras tanto, la fuerza de acorazados japonesa no habĆa intervenido. Ya a las 1915, Yamamoto, a bordo del descomunal Yamato, los ordenó proceder a levante, con la esperanza de hacer contacto con los estadounidenses o, al menos, atacar Midway. TambiĆ©n reclamó a los dos portaaviones de Aleutianas, pero estos no llegarĆan hasta la tarde del dĆa 6. A primera hora del dĆa 5, consciente de que estaba en una abrumadora inferioridad aĆ©rea, anuló la operación e inició la retirada. El submarino japonĆ©s I-168 torpedeó al Yorktown a las 1330. El barco que habĆa sobrevivido al mar de Coral y a las dos oleadas del dĆa anterior todavĆa aguantó hasta las 0600 del dĆa siguiente, cuando zozobró y se fue a pique.
Game over
El resultado de la batalla se puede medir en varios planos. En el puramente tĆ”ctico, supuso una clara victoria norteamericana, que solo perdieron un portaaviones frente a los cuatro japoneses. En el operacional/estratĆ©gico, la pĆ©rdida no solo de sus cubiertas, sino de un elevadĆsimo nĆŗmero de pilotos experimentados, lastrarĆa al Imperio del Sol durante el resto de la contienda. Japón dejó de dominar el PacĆfico y EE.UU. pudo comenzar la campaƱa de Guadalcanal. En un plano histórico, Midway seƱala el relevo del buque principal, del acorazado al portaaviones.
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P.D.: si quieres entender cómo ha seguido evolucionando la tÔctica naval y por qué el portaviones sigue siendo el barco capital, échale un vistazo a mi libro.

BibliografĆa:
Av Geeks, The (n.d.): The Thach Weave: Tactics Over Technology. Disponible en https://theavgeeks.com/2019/10/04/the-thach-weave-tactics-over-technology/ [Consulta 30 de septiembre de 2020].
Healy, M. (1994): Midway 1942: momento crucial en el PacĆfico. Batallas de la Historia 10, EspaƱa, Osprey Military, Ediciones El Prado.
Mas Godayol, J. (1983): La marina. Historia: de Trafalgar a nuestros dĆas, vol. 5, Barcelona, Editorial Delta, pp. 947-958.
PĆ©rez BolĆvar, E. (2018): El MediterrĆ”neo en la Segunda Guerra Mundial: operaciones de superficie, submarinas y antisubmarinas, MĆ”laga, Editorial Salamina, pp. 355-376.
VV.AA. (2019): āHistoCast 194 ā Batalla de Midwayā, en Salduero, G., Histocast, 11 de noviembre de 2019. Disponible en https://www.histocast.com/podcasts/histocast-194-batalla-de-midway/ [Consulta 30 de septiembre de 2020].
VV.AA. (2012): TĆ©cnicas BĆ©licas de la Guerra Naval: 1190 a.C. ā Presente. Equipamiento, tĆ©cnicas de combate, comandantes y barcos, Madrid, Editorial Libsa, pp. 237-245.